La historia de MiAltar comienza en el estado de Jalisco a principios de los años noventa, cuando, siendo adolescente, me encomendaron cargar uno de los muchos platillos recién preparados y me hicieron responsable de asegurar que el viaje fuera sin derrames (“que no se te vaya a tirar”). Había fragmentos de conversación mientras mis padres, tías y tíos platicaban sobre la llegada del mariachi y que pronto nos dirigiríamos al panteón del pueblo para asistir a la misa que se celebraría allí. Me dijeron que la comida no era para nosotros, ni tampoco la música, sino para mi abuelo y otros familiares que no conocí, pero que estaban enterrados allí. Era mi primer año viviendo en México (había crecido en el Área de la Bahía en California), y me presentaban seguido a nuevos familiares. En aquel momento, tenía sentido pensar que también habría familiares sepultados allá que nunca había conocido. Al llegar al colorido panteón, adornado con flores aromáticas, recuerdo observar a la familia, amigos y a todos los presentes en el panteón, presenciando la fusión de alegría y tristeza mientras colocaban con cuidado la comida, bebidas y flores como ofrendas sobre las tumbas de sus seres queridos. Las expresiones serias pero alegres que recuerdo del cementerio ahora son sinónimas de lo que siento en Día de Muertos cuando pienso en los familiares y amigos que han partido desde entonces.
Los tres años que vivimos en México están grabados en mi corazón. Experimentar la vida allá fue fácil, enriquecedor, natural, familiar y profundo. Después llegó la pérdida. Todo empezó con el fallecimiento de mi abuela, luego mi padrino, después otro tío, y en medio de esta confusión, me vi arrastrado en un torbellino al regresar a Estados Unidos, sin volver a experimentar otro Día de Muertos en México desde entonces. Seguí mi pasión por la diversidad, las culturas y por conectar lo conocido con lo desconocido, trabajando en educación internacional. Mis viajes por el mundo frecuentemente me llevaban de regreso a México en octubre, coincidiendo con la aparición de altares en restaurantes y espacios públicos.
En 2016, con mi propia familia joven, emprendí una aventura viviendo en Singapur, donde el Día de Muertos cobraba vida de una manera sumamente festiva. La Embajada de México, museos, organizaciones culturales y restaurantes mexicanos organizaban grandes celebraciones multitudinarias con altares en honor a figuras como Frida Kahlo, Michael Jackson y David Bowie. Estos eventos eran vibrantes, artísticos, musicales y muy bien organizados, la oportunidad ideal para presentarles a mi esposo y a mis dos pequeños hijos el Día de Muertos.
Esta nueva interpretación que viví profundizó mi conexión con la tradición, pero también amplificó la sensación de pérdida y la ausencia de lo que antes me era tan familiar.
Entre la multitud, vi personas de diferentes países y culturas, con rostros pintados, disfrutando la comida y las bebidas, cantando, abrazándose y conectando con la tradición mexicana de celebrar a la muerte.
Con el paso de los años, mi deseo de honrar la memoria de familiares y amigos fallecidos se profundizó. Este año perdimos a familiares lejanos, incluyendo a algunos que no veía en décadas pero con quienes compartí muchos recuerdos de infancia. Mi anhelo de rendirles homenaje sólo ha crecido. Deseo reunir sus imágenes, recordar nuestros momentos, ver sus sonrisas, reflexionar sobre sus vidas y pensar en el profundo impacto que tuvieron en la mía. Aunque no crecí haciendo un altar en casa en Día de Muertos, mi mamá guarda las fotos de mi abuela y de algunos familiares que ya no están, incluyendo a mi sobrino pequeño.
Siempre hay una combinación de una vela (mi mamá prefiere una de batería como opción más segura), un vaso de agua, un poco de sal o flores, manteniendo viva su memoria y espíritu.
Aunque intenté hacer algo parecido cuando murieron familiares, me sentía alejado de la tradición, sin saber por dónde empezar y sin acceso a los materiales necesarios.
En vez de eso, por más de siete años he buscado regularmente, en distintas épocas del año, algún lugar donde pueda subir una foto de mis abuelos, mis tíos, mi sobrino, mi tía, mis amigos, mis colegas, de los que ya no están con nosotros, y no he encontrado ningún sitio en línea donde pueda honrarlos de forma privada y adecuada.
Es aquí donde esta idea toma vuelo. Con el apoyo de mi esposo, comencé a imaginar lo que quería, sabiendo que mi experiencia no era única y que muchas personas, separadas de sus raíces por la distancia, sentían la misma necesidad de una conexión genuina con el Día de Muertos.
Mi investigación me llevó a una idea que permitiría a las personas mezclar su herencia ancestral con su realidad actual.
Compartí la idea con unos cuantos de confianza y, entre ellos, encontré a alguien curioso por saber más, conectando sus raíces indias con el poder de recordar y honrar a nuestros difuntos, al mismo tiempo que protegíamos nuestro legado cultural.
Juntos comenzamos MiAltar Virtual y nos embarcamos en este camino para cumplir con esa búsqueda.
Ha sido un trayecto de aprendizaje y descubrimiento, entrevistando a un círculo amplio de personas relacionadas con nuestras familias y más allá, explorando la diversidad de formas en que la gente vive el Día de Muertos y cómo esta celebración se entreteje en nuestras vidas.
En una próxima publicación del blog, compartiremos las ideas obtenidas en estas entrevistas. A través de estos diálogos, hemos enriquecido nuestra comprensión sobre la profunda influencia del Día de Muertos en la percepción de cada persona respecto a la vida, la muerte, la familia, la fiesta, la cultura y la herencia. También empezamos a investigar y aprender más sobre el Día de Muertos desde perspectivas históricas, antropológicas y sociológicas.
Ahora, nos sentimos increíblemente honrados de invitarte a ti, uno de nuestros primeros usuarios, a entrelazar tu propia historia del Día de Muertos en la plataforma
MiAltar
para honrar a tus seres queridos. Con gran emoción, anticipamos la evolución de MiAltar a partir de este punto. Nuestra dedicación es nutrir su crecimiento y enriquecer sus funciones. Cuéntanos cómo esta iniciativa conecta con tu propio camino para honrar los recuerdos que guardas en el corazón. Sigamos juntos celebrando y atesorando la vida de quienes nos han tocado, asegurando que permanezcan iluminados por siempre a través del recuerdo que estamos construyendo.